¿Necesito un psicólogo?

Tomar la decisión de acudir al psicólogo es un paso difícil para muchas personas. Es normal estar nervioso antes de hablar con un especialista ya que, al fín y al cabo, es alguien desconocido para nosotros al que debes contarle detalles íntimos de tu vida. Recuerda que lo que se diga en terapia es siempre confidencial, incluso para las personas más próximas al cliente.

Si estás en esta situación, probablemente te estarás haciendo muchas preguntas: “¿realmente lo necesito?; “quizá no estoy tan mal”; “puedo superarlo yo solo”; lo mío no tiene solución”; “¿qué va a pasar si los demás se enteran?”.

Casi seguro que ya has intentado encontrar una solución a tus problemas por ti mismo y esos intentos no han dado los resultados deseados.

Si estás sufriendo cualquier tipo de malestar psicológico puedes llamarme y hacerme una primera consulta telefónica para aclarar tus dudas de modo informativo y orientativo.

No hace falta tener un trastorno psicológico para acudir a un psicólogo, puede hacerse para mejorar tu salud mental y calidad de vida o para conocerte mejor a ti mismo y lograr un mayor crecimiento personal.

Cuando estás atravesando una fuerte crisis emocional, tiendes a pensar que tus problemas no tienen solución, pero no es así. Esa visión pesimista forma parte de tu estado de ánimo negativopero debes pensar que el psicólogo clínico tiene la formación adecuada para ayudarte a resolver el motivo de tu malestar. Así que cuando no te sientas capaz por ti mismo de superar tus problemas o, siguiendo un tratamiento farmacológico, notas que éste no es suficiente por sí solo, acude a un profesional de la psicología y él te indicará lo que puedes hacer.

¿En qué consiste la terapia cognitivo-conductual?

Es el tratamiento psicológico que, en la actualidad, está ofreciendo los mejores resultados en la práctica clínica.
Se trata de una terapia que aborda los problemas de una persona desde dos puntos de vista: cognitivo y conductual, es decir, lo que piensa y cómo actúa de acuerdo a esos pensamientos. Todo aquello que pensamos, sentimos y la manera de comportarnos, interactúan entre sí y un cambio en cualquiera de estos elementos provocará también un cambio en los otros dos.
El pensamiento es el determinante más importante. Cuando nos ocurre algo, surge una emoción, no tanto por el hecho en sí, sino por la interpretación positiva o negativa que hacemos de esa situación y ese pensamiento determinará nuestra conducta.

En resumen, la terapia cognitivo-conductual:
• Se centra en modificar el pensamiento (es decir, “nuestra” interpretación de la realidad) y la conducta.
• Es de corta duración, en comparación con otras modalidades de psicoterapia.
• Posee una amplia variedad de estrategias terapéuticas aplicables a todo tipo de problemáticas, y de fácil adaptación a las particularidades y necesidades concretas de cada cliente.
• El terapeuta no solo escucha sino que motiva a la acción, respetando siempre los límites, normas, valores y principios del cliente.
• Entre sesiones se dan tareas para efectuar en casa con el objetivo de potenciar el trabajo terapéutico e incorporar los recursos aprendidos a la vida cotidiana.
• Está focalizada en el presente más que en el pasado, y en objetivos concretos acordados entre el terapeuta y el cliente.
• Se centra más en la búsqueda de soluciones que en teorías sobre el origen de los problemas.

He hecho otras terapias en el pasado pero no me han ayudado: ¿por qué esta vez será diferente?

Como te he explicado, dentro de la psicología, existen innumerables orientaciones teóricas y maneras de trabajar. Quizá el tratamiento elegido no haya sido el más adecuado a tu personalidad y a tu problema, por lo que es muy importante explorar afondo el problema, y las metas que se quieren conseguir.

A continuación, debemos revisar la metodología utilizada en la terapia anterior. Ver qué ha sido útil y qué no, e intentar entender el por qué.

Es muy importante revisar y valorar periódicamente los resultados para evaluar si se están consiguiendo los objetivos propuestos y, por supuesto, preguntar al cliente si se siente a gusto en la terapia y cree que está avanzando en ella o si , por el contario, quiere introducir cambios o, incluso, interrumpir el tratamiento. Nadie debe irse jamás a casa un solo día con la sensación de no haber avanzado, al menos, un pequeño paso..

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